Desde hace mucho, los hombres del norte tienen la útil costumbre de almacenar suministros de comida, armas y otros recursos necesarios en escondites subterráneos, por lo que pueda pasar. En estas duras tierras, nunca se puede dar nada por seguro. Tras el éxodo de los dioses y la posterior invasión de los muertos, muchos de los escondites subterráneos fueros saqueados. Sin embargo, algunos de ellos aún albergan hallazgos de valor a buen recaudo. Si descubres un acceso a uno de estos escondites bajo tierra, ¡no lo dejes pasar!